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lunes, 1 de marzo de 2010

Metamorfosis

Como a un pececillo al que le aterrorizan peces mayores, me escabullo en la sombra para no sentir el frío corriente marino que traen las olas, que me recuerda que aún sigo viva, que aún sigo nadando, que por mucho que anhele salir a respirar, mi lugar se encuentra muchos metros más abajo, donde no existen las bonitas casas adosadas, ni las familias que viajan al campo al amanecer.

Como una mariposa, pero al revés, me refugio en mi capullo de esperanza, me cambio de muda cual serpiente, para no sentir dolor, para no pensar dolor, para no respirar dolor.

Por el día soy el ciervo que recorre su preciado bosque de lagunas y de árboles vigilados por Plutón, de ríos llenos de espuma viva, de caminos que recorren hectáreas de belleza...por la noche soy el lobo, que se devora a sí mismo por dentro, que destruye lo que a la mirada del Sol fue, que acecha en la penumbra que sólo el lado oscuro de la Luna puede mostrar.

Pero a los ojos de Cerbero soy un mero animal de única cabeza, y mis dos ojos, ciegos del duro aprendizaje, sólo pueden retener las lágrimas que alguna diosa compasiva me regaló a cambio de mi juventud y mis recuerdos halagüeños.

Ahora, intentando rehacerme de retales y repuestos, tratando de preservar mi olvidado honor, bajo la atenta mirada de Argos YO renazco, para ser un nuevo ser, uno humano tal vez, pero sin olvidar que esta cojera me invita a la sabíduria y estos invidentes ojos, a la cautela más feroz.

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