Buscar en el blog

miércoles, 3 de marzo de 2010

Desde Dentro

Otro día igual que ayer. Dentro de mi cúpula de cristal pienso, respiro, vivo. Observo otras vidas a través del vidrio y anhelo saber sobre ellas, poder vivir un sólo día una de esas otras vidas.

En mi cubículo sólo existo yo. Yo, y esas imágenes que no se detienen, que parecen iguales, pero que no lo son. Que parecen repetirse, pero cambian contínuamente. Hoy, quizás, la imagen estática de un artista me distraiga de mis quehaceres y llene mis pupilas de nostalgia y/o desaprobación. De vez en cuando las palabras se esconden debajo de teclas intermitentes, que resuenan y se agolpan unas con otras, esperando reunirse para crear, para expresarse. De vez en cuando, yo me escondo en la puerta de emergencia, bajo la escalera, y sollozo un suspiro para recrearme, para desahogarme.

En mi habitáculo yo subsisto sin residir, acecho sin que se me advierta, me suicido sin morir, me enamoro sin ser nunca correspondido. Sin memoria puedo recordar la primera vez que amé. En mi cajita de cristal andaba yo, con prisas y despistada recorrías los pasillos tú, sin cerciorarte de mi existencia, como todo el que me rodea, y en aquel momento, como una corriente de verdad desmedida que te explota en la cara y te deja la boca abierta y un aviso corporal, me miraste y encaminaste tus pasos hacia mi bola de cristal, hacia mi espacio, hacia mí, hasta mí; y por unos instantes dejé de coexistir sólo conmigo mismo, por unos instantes fui tuyo y fuiste mía. Por unos segundos tus palabras fueron solamente para mis oídos. Sin memoria jamás las olvidaré.
-Un ida y vuelta a Plaza España, por favor.

1 comentario: