Buscar en el blog

domingo, 7 de marzo de 2010

Cómo conquistar el mundo mediante imanes (Volumen II: el superhombre)

Bien, como prometí, voy a explicaros cómo trascender vuestra condición humana para poder gobernar el orbe.

Para ello, debemos remontarnos al 22 de Septiembre de 1791 a las siete y cuarenta y dos de la tarde, momento en que nació el pequeño Michael Faraday, padre -Henry sería la madre- del electromagnetismo, una de las más poderosas armas que podemos llegar a manejar. Estos dos señores, en el llamado experimento de Oersted (y no, no es ningún espejo), comprobaron que al mover un imán cerca de un circuito se genera electricidad.

Bien; muchos años después los humanistas del XXI, los médicos, han estudiado lo que se denomina Medicina Tradicional China. Estos métodos, aún denostados por muchos escépticos, han resultado tener demostración práctica gracias a dos fenómenos comprobados: que el pensamiento humano se compone de impulsos eléctricos y que en la sangre hay hierro sobre el que se puede actuar magnéticamente.

Así que la conclusión es simple: si gracias a la electricidad pensamos -y no sólo eso, nos movemos también- no hay duda de que al estimular esa electricidad estimularemos nuestra capacidad muscular e intelectiva. Y aún hay más, pues al igual que el hecho de que un imán puede crear corriente, ¡también se demostró que una corriente puede crear magnetismo! Hecho que nos permitiría crear campos magnéticos. Así que para ser superhombres en pensamiento, fuerza y telequinesis -pues al poder crear magnetismo podríamos mover objetos metálicos- no tenemos más que conseguir un imán gigante y fabricar una máquina que haga que éste gire a nuestro alrededor durante unos minutos, de suerte que nuestro hierro y nuestra electricidad sean potenciados. Con este tratamiento una vez al día será más que suficiente (eso sin tener en cuenta que cuando estemos 'potenciados' tal vez ni siquiera necesitemos de la máquina para hacer girar el imán en el aire, pues podremos moverlo a voluntad). Siguiente parada, volumen III: el poder de la frenología.

1 comentario: